¿Permiso para quererme?

La mujer ha sido vista desde siempre como un ser oprimido, que ha tenido que luchar por un sitial social, aunque algunas han aceptado, por comodidad, inseguridad o temor esa opresión, nadie puede negar o esconder que la batalla por sus derechos se viene librando desde hace mucho, debido a que se ha empujado a la mujer a un espacio reducido, a un sitial inferior.

Sin embargo, en estos tiempos, su papel se ha intensificado y valorizado, ya que la mujer vive su mejor momento en la construcción de la historia.

Es por eso, que ha llegado la hora en que las mujeres redescubran su verdadero papel en la sociedad, exploren su verdadera identidad y rebasen patrones y estereotipos socioculturales impuestos durante épocas.

La mujer moderna vive inmersa en una densa red que se comenzó a tejer en la infancia, a través de la recepción de mensajes, pocas veces saludables, acerca de lo que significa ser mujer. De allí en adelante se enfrenta a la adolescencia, al bombardeo ideológico sociocultural (incluida la publicidad), a las relaciones de pareja, a la necesidad de conservarse "bella", al matrimonio, los hijos, la menopausia y la vejez, entre otros.

En este tránsito, la mujer va perdiendo su amor propio y adecuándose a las innumerables exigencias del medio ambiente, que devalúan su autoestima y la atan a la necesidad de aprobación. Así aprende a complacer a otros, a "ser buena", a aplacar sus verdaderos sentimientos, a fingir, a mentirse a sí misma, a no arriesgarse, a aislarse o aturdirse, en un camino que generalmente se hace nebuloso y le impide ver hacia dónde se dirige realmente.

Si el autoestima es la valoración que hacemos de nosotros mismos, entonces para qué buscar la aprobación de gente que espera que nos comportemos como la típica mujer sumisa de años atrás, basta ya de pensar que servimos solo para cocinar, lavar y planchar, nosotras somos más que eso, valemos mucho más.

La mujer de hoy puede ser madre y profesional a la vez, con el tiempo venimos demostrando que somos más fuerte de lo que aparenta nuestro ser, ya no pueden limitarnos los prejuicios vanos, porque cada día nos venimos ganando nuestro derecho a la igualdad de oportunidades.

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