Regalo del cielo


Siempre he pensado que el amor es la fuerza que mueve al mundo, por amor hacemos cosas que van más allá de nosotros mismos. Por amor nos sacrificamos, con el gusto de saber que lo hacemos para alguien que amamos.

Si me preguntaran que cualidad resaltaría de un padre, pues sin duda el amor como la más importante de todas, luego el sacrificio para sacar adelante a su familia.

Así como nuestra madre, el padre merece tanto valor y respeto, siempre y cuando hablemos de PADRES, en toda la extensión de la palabra y con el derecho que le otorga ser una persona honorable, porque en el mundo existe de todo, padre no es solo el que te da la vida, sino el que está a tu lado, vela tu sueño y te cuida con amor.

En sus ojos se ve reflejado la ternura de su corazón, mientras que en sus manos se puede ver el sacrificio del trabajo, con la única finalidad de que a su hijo no le falte nada.

Son tantos los padres que a diario salen a trabajar largas horas y sin embargo cuando llegan a su casa te saludan con un fuerte abrazo y una sonrisa, tal vez sintiendo que tanto esfuerzo vale la pena y que todo cuanto consigue es para su familia.

No entiendo cómo algunos hijos no aman a su padres, ¿Qué razones podría tener un hijo para no corresponder el cariño de alguien que ha sido un buen padre?

La verdad no lo sé pero de lo que sí estoy segura es que algunos padres no saben cómo demostrarles afecto a sus hijos pero en el fondo los aman con toda el alma.

Empecemos por valorar a las personas que siempre están y estarán con nosotros, nuestros padres, díganles cada día mientras vivan cuánto los aman porque una vez que se van ya no podrán hacerlo.

Feliz día a todo aquél que merece llamarse padre.

Niños que trabajan

La pobreza no implica solo limitaciones materiales sino también carencia de valores dentro de una sociedad.

Lamentablemente, algunos niños desde pequeños entienden que la responsabilidad en el hogar es colectiva, el dinero no alcanza y se la tienen que buscar diariamente para poder comer.

Asimismo, por el afán de cubrir ciertas necesidades básicas, muchos padres no le brindan la atención que ellos requieren; hay una especie de semiabandono frente al niño, aun cuando éste vive con su familia, creciendo con ciertas carencias afectivas, por lo que busca refugiarse en la primera persona que le preste atención.

Es más, debido a la pobreza en la que viven, muchos niños no van a la escuela, porque lo poco que recaudan en el día no les alcanza para la matrícula y menos para comprar los útiles escolares, una realidad tristemente preocupante.

Basta con salir a la calle para ver a niños trabajando, vendiendo periódicos o caramelos en los semáforos, otros de lustrabotas o simplemente limpian el parabrisas de su auto por una propina. Pero al margen de compadecerlos deberíamos ver donde radica el problema, tal vez en la falta de oportunidades o el desempleo, entre otras variables a tomar en cuenta.

Según información del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), la pobreza en el Perú se redujo pasando de 36.2 % en el 2008 a 34.8% durante 2009, pese a la crisis financiera internacional.

Sin embargo, a pesar de la mejora en las cifras, más de la mitad de la población es pobre, situación que se refleja en la marcada diferencia de los ingresos entre niveles socioeconómicos, pero al margen de todo nada justifica que algunos padres expongan a sus niños a los peligros de la calle, al compartir con ellos una responsabilidad que no les corresponde, trabajar, quitándole lo más valioso para un niño, su infancia.

Neko

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